domingo, 30 de abril de 2017

PENSIÓN LIBERTAD, de Jesús Carazo.



PENSIÓN LIBERTAD

DE

JESÚS CARAZO


Prólogo de Emilio Peral Vega

Tapa blanda. 224 pág. 13,8 x 21 cm. 
ISBN 978-84-946696-3-7. 14 euros.

http://www.esperpentoteatro.es/epages/78344810.sf/es_ES/?ObjectPath=/Shops/78344810/Products/123
 Imagen de portada: 
Detalle del cuadro "Café Gijón II" de Consuelo Hernández

FRAGMENTO DEL PRÓLOGO
POR EMILIO PERAL VEGA

En Pensión Libertad, tres mujeres -Olivia, Vera y Fanny- se en­cuentran en esta pensión, regentada por doña Gloria, una y otra de nombres parlantes, pues que el recinto más bien es síntoma de lo contrario, situado, como está, justo frente a una cárcel, y que la «gloria» que ansían alcanzar las tres féminas con sus respectivas visitas a padre, marido y novio, recluidos en la refe­rida prisión por motivos diversos, acabará por revelarse la más pesada de las condenas.

Este drama, de factura muy clásica, al menos en sus dos pri­meros cuadros, se va hilvanando a partir del diálogo cruzado entre las protagonistas, en el que, una vez más, deja sentirse el placer de Carazo por indagar en la psicología femenina -re­cuérdese La reina que no quiso reinar o Y entre la hierba, el miedo-. Contar tu historia personal -sea esta la de doña Gloria, la de Olivia, la de Vera o la de Fanny- te expone, irremediablemente, tal como quisiera Sartre, a la mirada del otro, volviéndote más frágil y convirtiéndote en un objeto para él. Carazo nos hace partícipes de este proceso de desnudamiento y de fragilidad crecientes para sus protagonistas. A un tiempo, sin embargo, la desconfianza sartriana queda rotundamente contrarrestada por la fortaleza reconstituyente de la palabra, de la palabra dicha, como mecanismo para exorcizar los renglones torcidos del pa­sado, aplacar la culpa y, en consecuencia, afrontar un presente sano. No creo descabellado advertir ciertas similitudes, en este último sentido, con el Mayorga de El arte de la entrevista.


FRAGMENTO DE "PENSIÓN LIBERTAD" DE JESÚS CARAZO

CUADRO PRIMERO

[...]

OLIVIA

Contemplando el exterior.

¡Es un edificio realmente horrible!

DOÑA GLORIA

Pues por dentro es mucho peor, ya lo verás. Pero ahora están viviendo un año tranquilo, casi sin violencias. Ha habido épocas muy malas: motines, peleas, asesinatos...

OLIVIA

¡Me está usted asustando, señora!

DOÑA GLORIA

Gloria.

OLIVIA

Sí..., Gloria... Ya veo que conoce muy bien ese lugar.

DOÑA GLORIA

La gente que viene me cuenta cosas...

OLIVIA

Y, además, su marido...

DOÑA GLORIA

Sorprendida.

¿Cómo sabes lo de mi marido?

OLIVIA

Alguien se lo contó a mi padre.

DOÑA GLORIA

¿Qué le contaron?

OLIVIA

Bueno, no mucho: que su marido estuvo encerrado ahí dentro... unos cuantos años.

DOÑA GLORIA

Dieciséis. Por un crimen que no había cometido.

OLIVIA

¡Sí que es una desgracia!

DOÑA GLORIA

Pero es la verdad. Mi marido no mató a aquella mujer.

OLIVIA

¡Una injusticia más!

DOÑA GLORIA

Él no quiso defenderse. Manolo era así. Y no hubo ma­nera de que lo soltasen. De modo que pasé dieciséis años haciéndole visitas. Y para no acabar enloquecida yendo y viniendo desde Valladolid, puse esta pensión, aquí, muy cerca... En los últimos tiempos podía ver desde el balcón el ventanuco de su celda. Por las mañanas ataba un pa­ñuelo a los barrotes para decirme que pensaba en mí, que se acordaba de mí...

OLIVIA

Bueno, pero al final salió y pudieron vivir tranquilos.

DOÑA GLORIA

Al pobre le duró muy poco. ¡Dos semanas de libertad!

OLIVIA

¿Dos semanas? ¿Lo encerraron de nuevo?

DOÑA GLORIA

Murió de un ataque al corazón... ¡Una historia muy triste! Es mejor olvidarla. ¡Han pasado ya tantos años...!

Un silencio.

 

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